Nació el 28 de enero de 1874 en Penza. Su padre era alemán y su madre de origen báltico. En su ciudad natal transcurrió su infancia y adolescencia. Precisamente su ciudad era un centro cultural y artístico de provincias y residencia de exiliados políticos, la mayoría de ellos artistas e intelectuales. Su madre lo inclinó a las artes, en contraposición a su padre, que deseaba educarlo rígidamente. Cuando tenía veinte años se convirtió en ortodoxo griego y cambió sus nombre alemán, Karl, por el de Vsevolod, en honor a un poeta joven que se había suicidado, muy admirado de la juventud rusa.
En 1895 va a Moscú donde comienza a estudiar derecho, carrera que abandonará un año después, atraído por la vida cultural de la ciudad, que conoce en ese momento un amplio resurgir. En Moscú el teatro Maly seguía siendo el lugar de aprendizaje para todos los actores y directores de escena. Meyerhold se pone en contra de este teatro, pero pasa todas las tardes en la galería superior del teatro como estudiante.
Nemirovich-Danchenko y Stanislavsky habían fundado entre tanto el Teatro Popular de Arte de Moscú, en el que la parte literaria corría a cargo de Danchenko y la puesta en escena a Stanislavsky. Meyerhold fue elegido como actor y se incorpora rápidamente a los ensayos. Durante cuatro temporadas permaneció en el Teatro del Arte, siguiendo su vocación primera de actor. Se sentía muy atraído por los personajes de Chejov, al que conoció en los ensayos de “La Gaviota” y que fue para él un consejero. Compartían el escritor y el actor las dudas sobre la forma de interpretación de las obras del escritor en el Teatro del Arte.
En 1902 abandonó el Teatro del Arte y vive momentos de desorientación, con una fuerte crisis personal; se interesa por la investigación de nuevas formas de creación teatral; no le convence ni el naturalismo ni el realismo psicológico. En esta situación se marcha a Italia, donde pasa el verano reflexionando y leyendo.
Meyerhold, que no escribió demasiado acerca de su propia idea de la interpretación, introdujo el concepto de Biomecánica respecto al entrenamiento del actor. Partía de las experiencias espaciales y dinámicas llevadas a cabo en sus “Studios”, donde formaba a jóvenes actores. Para él, “todo el cuerpo participa en cada uno de nuestros movimientos”; teniendo en cuenta que a su parecer el trabajo del actor es la creación de formas plásticas en el espacio, debe estudiar y ser un perfecto conocedor de la mecánica de su propio cuerpo, pues cualquier manifestación de fuerza está sujeta a las mismas leyes del movimiento y la interpretación del actor no es otra cosa que una manifestación de fuerza del cuerpo humano. El juego biomecánico para Meyerhold es una combinación de lo circense, del deporte y del ritmo, de la danza: equilibrio y movimiento, todo conjugado de un modo ordenado y consciente, con una formulación rigurosa y según leyes escénicas racionales. Esto sirve al actor como medio de expresión de un personaje. El actor entrenado en la Biomecánica perfecciona sus reacciones físicas ante los acontecimientos externos. Su entrenamiento está basado en la teoría de los reflejos condicionados de Pavlov. El trabajo del actor se basa en la cultura física, en el deporte, en un sistema puramente técnico, con un rechazo absoluto del psicologismo en la interpretación. Para ello crea un método de ejercicios de entrenamiento de actores, que es un medio tanto para el entrenamiento físico como para el conocimiento de sí mismo. La naturaleza del actor debe ser especialmente apta para responder a la excitación de los reflejos, lo que significa reproducir con el movimiento, el sentimiento y la palabra, una tarea propuesta desde el exterior. Los modos de expresión se dan para Meyerhold en tres fases:
La intención, que es la fase intelectual de la tarea, propuesta por el dramaturgo, el director o por el propio actor.
La realización, que comprende un ciclo de reflejos miméticos (movimientos y desplazamientos en el espacio) y reflejos vocales.
La reacción que sigue a la realización, que atenúa el reflejo anterior y prepara para una nueva intención, que daría lugar a un nuevo ciclo de interpretación.
- Según Meyerhold, no es necesario vivir el sentimiento en escena, sino expresarlo mediante una acción física. Por otra parte, el actor forma parte de un conjunto mucho más amplio de formas plásticas en el escenario.
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